jueves, 21 de enero de 2010

Capataces y costaleros

          Los capataces y costaleros son personas a las que, el pueblo y en concreto la Hermandad, les pone en sus manos, durante unas horas, lo mejor que tienen, las Sagradas Imágenes, y no lo mejor por la valía artística, que en algunos casos también, sino porque ahí radica la devoción del pueblo.
          El costalero es la pieza clave en el funcionamiento de los pasos, el día que falte la Semana Santa de Arcos no será lo que es, ellos les dan el toque humano, la vida, el nervio al paso, y eso hace que sea verdadero el trabajo realizado en las trabajaderas. Son personas entregadas al trabajo de la hermandad y sobre todo a la obediencia de los capataces, afrontando así exitosamente, las cuestas, las gradas, esquinas, salientes…, de las tortuosas calles de Arcos.
          La vivencia del costalero es como la vida misma, momentos de gozo: cuando se viste la ropa, se mete debajo del paso, los primeros golpes del llamador, la Marcha Real…; momentos de dolor: la bajada de gradas, calles con el perfil irregular, cuestas, momentos de flaqueza… y por último, momentos gloriosos: por salir triunfante de haber realizado tan magna obra.
          Durante esas horas, se da testimonio de fe al estilo costalero, se hace la obra de caridad de llevar los Sagrados Titulares a los hermanos enfermos, se hace hermandad con las personas de abajo, donde comparten sus vidas ligados entre la oscuridad, agobios, estrechez, sudor y lágrimas.
          En los pasos se hace una teología sin saberlo, hay una división clara entre lo celestial revestido de oro y plata, arriba y abajo la tierra, el trabajo que santifica a los sudorosos y polvorientos costaleros, que viven como si de un purgatorio se tratase para posteriormente alcanzar la gloria prometida. Todo este trabajo sólo se aguanta no con fuerza física, sino con amor verdadero a Cristo y a la Santísima Virgen María.
          El capataz por su parte, tiene el privilegio de ostentar el cargo de la responsabilidad; es los ojos de los que avanzan en tinieblas, como director de orquesta cuya batuta es el llamador, sabe delante de quien va y sabe mantener la compostura. Es hombre de dedicada oración que la enseña a sus hombres de trabajadera, es a él al que más se le exige de la cuadrilla, con lo que se le pide la máxima sapiencia delante del paso, saber administrar las paradas, la igualá, medir las reviras… es la persona a la que se le confían ciegamente los hombres de las trabajaderas y no puede ser cualquiera, es una profesión de arte y para graduarse hay que cursar una larga carrera de observación.
          Es el capataz, el maestro de ceremonias, que conoce la liturgia de la Semana Santa arcense, tiene  visión de espacio para cuadrar el paso; siempre está atento y no quita ojo de su trabajo; y siempre con la elegancia que le caracteriza, con su traje negro y el respeto debido. Sabe estar en el sitio que le corresponde distinguiendo cuándo está delante de un paso al que debe dar mayor sobriedad y cuando está delante de uno al que le cabe una chispa de gracia, sin exagerar los movimientos, siempre sobre los pies o el paso largo y racheado.
          Los andares de los costaleros están llenos de secretos que sólo ellos conocen y que graciosamente se van pasando de generación en generación.
          Si echamos la vista atrás no muchos, arcenses, han sido los que han tenido la privilegiada responsabilidad de llevar las andas de nuestros titulares, pero esos pocos han hecho que todos los años se cumpla el milagro de hacer pasear a Jesús y a Maria, en las tardes noche de los meses de marzo, abril y agosto.
          Terminado para no cansar más, quisiera cerrar agradeciendo a todos aquellas personas que han pasado por las trabajaderas bajo mis órdenes, desde el año 1997, en la procesión del Corpus Christi, también a contraguías y segundos capataces, que siempre me han sido fieles a la hora de la conducción de los pasos.
          Solo pedir el que recemos los unos por los otros y en especial por el alma de nuestro, siempre recordado, hermano en Cristo, Borja Rosado.

P. Antonio Lozano R.
Capataz del paso del Cristo